Wednesday, October 04, 2006

Instrucciones para vender un país o Manual del Perfecto Fascista. Segunda parte.


Ante todo. Debe tener presente que nunca, y entiéndase por nunca: JAMÁS debe pensar en el bienestar, los derechos, o alguna otra cosa que pueda hacer que usted sienta empatía por los seres que habitan ese país. No importa que ellos hayan llegado antes y puedan coexistir con la naturaleza. Recuerde que ESOS, no son seres humanos. Son seres inferiores a usted. De aquí se desprende que usted puede despreciarlos, porque son inferiores. Y como seres inferiores, no forman parte de la comunidad de aquellos llamados a dominar el mundo. Es decir: Usted y los suyos.

Existen múltiples tratados y hechos históricos que justifican esta manera de pensar. Incluso filósofos de la talla de Friederich Nietszche anuncian la llegada del hombre nuevo. Olvídese de tomar en cuenta todos esos otros pensadores, cuando le digan que su interpretación de Nietzsche es solamente una justificación para asesinar. Lo que es más, procure no tomar en cuenta a éstos filósofos, y busque intelectuales que puedan otorgarle loas y justificación para actuar como de por sí, usted tiene derecho.

Una vez que usted esté lleno de desprecio, los pasos siguientes para vender (o comprar) un país serán consecuentes y secuenciales.

Usted no tendrá que crear una red de personas que piensen igual que usted. Esa red ya existe, y ha existido a lo largo de la historia. Sólo hace falta que usted se coloque definitivamente del lado correcto. Y ésto es, del lado del poder.

Tiene que tomar en cuenta también, que existe el lado contrario, dónde están aquéllos que pretenden ocupar un lugar que no les corresponde, o que piensan lo impensable: ¡Que todos somos iguales! Esta idea, a pesar de ser una locura, ha tenido eco en las multitudes que creen fervientemente en esa posibilidad. Sabemos que mentes como la de usted, serán capaces de comprender que a los tipos como Jesucristo, Gandhi, Karl Marx y otros personajes igualmente desquiciados, lo menos que se puede hacer con ellos es crucificarlos.